DOCTRINA LABORAL

El negacionismo económico

El negacionismo económico

-UN MANIFIESTO CONTRA LOS ECONOMISTAS SECUESTRADOS POR SU IDEOLOGIA-

La ignorancia es atrevida”
Tucídides

Habremos de reconocer que el título de este artículo es tramposo, porque “El negacionismo económico” no se refiere a la Argentina sino que es un libro. Pero al leerlo, parece haber sido escrito para estas tierras y para desandar esos caminos tan nuestros, de los espacios vulgarmente conocidos como “Hablemos sin saber”.

En esta oportunidad nos apartamos del derecho y las sentencias para ofrecer al lector un breve comentario sobre esta obra polémica, de los autores Pierre Cahuc y André Zylberberg, publicada en Francia y traducida al español en el 2018.

La importancia de los autores y su interés para nosotros, es que ambos se especializan en Economía del Trabajo, materia poco abordada en la Argentina y sobre la cual han escrito un texto de estudio muy reconocido en el ámbito universitario norteamericano -lamentablemente todavía no disponible en nuestro idioma- titulado “Labor Economics”1. Volveremos en el futuro sobre este otro libro.

“El negacionismo económico” tiene pocas páginas pero muy encendidas y su lectura es ágil, aunque muchas veces la insistencia en algunos nombres propios hace decaer la calidad de la exposición.

Atiende sin tapujos a personalidades tan dispares como Krugman, Stiglitz -nuestro célebre conocido por el “milagro argentino”-2 e incluso a la Santa Sede. Sus autores han recibido elogios pero también críticas feroces. La más risible, es el insulto de “neoliberales”, mote que un análisis desapasionado permite descartar3, por incorrecto y tendencioso.

 

No obstante, de modo absolutamente casual e inintencionado, pues los autores no analizan el caso argentino, algunas frases parecen haber sido escritas para describir las permanentes calamidades en materia de política económica y laboral de nuestro país. Por esta razón, el libro es un escrito básico y de obligado conocimiento para cualquier persona que desee abordar el estudio de la problemática laboral desde un ángulo económico. Mucho más, para quienes pretendan elaborar con éxito futuros cambios normativos en el Derecho del Trabajo.

El lei motiv es el rescate de la Economía como ciencia dura y el quite de máscaras a los charlatanes. Su principal objetivo es hacernos comprender que, precisamente, al igual que otras disciplinas como las matemáticas o la física, la economía también está sujeta al método de experimentación tradicional, lo que requiere que las conclusiones sigan la trayectoria de la demostración fáctica: primero debe elaborarse la hipótesis a demostrar, a ello sigue una tarea de investigación experimental controlada (comparación entre un universo sujeto a cierta medida económica o laboral y otro universo totalmente ajeno a ella), y finalmente, la conclusión probada. Las estrategias negacionistas que denuncian los autores son bien conocidas en estos lares. Especialmente, cuando alertan sobre el tipo de individuos con visiones pseudocientíficas que capturan la atención de los medios de comunicación, invocando el halo de una supuesta autoridad moral y una noble condición de “valientes solitarios” en dura lucha frente al “pensamiento único”. En fin.

En el área del trabajo, que es la que más nos interesa, el libro se dedica a desmontar varias fábulas interesantes para nosotros, pues muchas son veces repetidas en Argentina sin ningún fundamento.

Por ello es de gran interés el capítulo sexto4, donde los autores nos invitan a abandonar la lógica estricta del maltusianismo laboral –propio de las sociedades agrícolas pero no de las industriales- y a corregir las creencias populares de que el empleo, como bien escaso, puede distribuirse con éxito, por ejemplo con medidas como la reducción de la jornada de trabajo, para repartirlo y permitir el acceso a una mayor cantidad de individuos.

Por el contrario, y como lo demuestran con apoyo en estudios realizados a este respecto, la experiencia de la reducción de la jornada no ha creado trabajo por sí sola, sino que ello depende de la flexibilidad de la normativa y de la capacidad de ajuste de los empleadores en la optimización de sus procesos. De lo contrario, la solución empresaria será la de suprimir los trabajos con salario fijo, por ser más costosos, y cubrir las necesidades con empleo temporal y precario.

Igual sucede con la anticipación de la edad jubilatoria (prejubilación) y la promoción paralela de programas de trabajo juveniles. Lejos de la creencia popular que visualiza la medida con optimismo, Cahuc y Zylberberg nos brindan ejemplos de estudios económicos que indican que en la práctica el resultado fue el opuesto. Explican que la disminución de la población activa y la mayor carga en la presión fiscal sobre hogares y empresas para solventar las jubilaciones, afectan la competitividad y eficiencia económica y desfavorecen la contratación de dependientes en general.

Otro punto que interesa a nuestro país es la demostrada relación positiva entre la educación intensiva de niños pequeños que provienen de familias vulnerables, y las subsiguientes mejoras en sus posibilidades futuras de progreso social. Pero también, el libro nos habla con tristeza, del menor éxito de estos programas sobre los hermanos más grandes y las dificultades concretas en la capacitación en la infancia avanzada. De este modo, deberemos aceptar con realismo y como un hecho, que las posibilidades de aprendizaje disminuyen con la edad y en consecuencia, redoblar los esfuerzos con este segundo grupo.

Son muchos los temas laborales que se tratan en el libro. Por ejemplo, la necesidad de emplear los subsidios para los puestos de menor calificación laboral y no con reducción de cargas en los de salarios más altos. O la ausencia de una relación clara entre un aumento de la inmigración y el efecto que generalmente se le asigna, de aumento de la tasa de desempleo. Son igualmente interesantes las consideraciones sobre el incremento en el salario mínimo y la imposibilidad de asignarle a medidas de este tipo la responsabilidad inmediata en el aumento del paro laboral.

No obstante, el punto más interesante es la visión optimista sobre el fantasma del fin del trabajo y del reemplazo de los humanos por máquinas y robots. Los autores nos contagian su entusiasmo con los estudios realizados en centros de alta tecnología, como por ejemplo Silicon Valley, donde abunda el empleo altamente calificado con salarios de altísimo poder adquisitivo. Nos presentan así un escenario en estos núcleos laborales, en los que el nivel de ingresos de una parte de la población permite una demanda añadida de bienes y servicios accesorios y suntuarios, lo que se multiplica en un círculo virtuoso en la creación de nuevos empleos (la ratio es 2,5 empleos generados por cada alto puesto de trabajo). Dicen textualmente: “El progreso técnico no acarrea necesariamente la pérdida del empleo, pero sí obliga a recomponerlo”. Esta no es una opinión unánime sobre la cuestión, pero al menos, obliga al lector a revisar perspectivas pesimistas.

El libro, ya sea que se juzgue con óptica de virtud o de desacierto, de todos modos nos deja a los argentinos un amplio espacio para la reflexión. Nuestros economistas ortodoxos, quizás por prejuicios políticos o intelectuales – el trabajo está asociado al justicialismo-, se han apartado abiertamente de la economía laboral y es difícil encontrar especialistas en esta disciplina. En la actualidad quizás tampoco contamos con los datos estadísticos necesarios para evaluar escenarios de cambios normativos para mejorar las posibilidades de creación de empleo. Es penoso, porque sí tuvimos estudios de este tipo alguna vez en el pasado.

En definitiva, nos queda como misión liberarnos del negacionismo económico, como proponen los autores en el último capítulo. Y para ello deberemos algún día reconocer que la Economía es una ciencia. Pero también lo es el Derecho. Sería muy sano despejar también nuestra ciencia jurídicas de sus propios negacionistas, legisladores, abogados y pretores, que creen que el papel y que el Estado de Derecho, soportan cualquier retórica.

Editorial Deusto, 176 páginas. Tres estrellas y media.

J.R.G.

1 Es el libro de grado que se utiliza en el MIT.

2 Algún día se habrá de escribir la relación entre su estudio de la tasa Tobin y nuestro impuesto vernáculo a los movimientos bancarios. El resultado práctico, en el caso de nuestro país, fue ampliamente nocivo.

3 Véase el capítulo sobre keynesianismo. No son críticos acérrimos de la teoría sino expositores científicos, que aceptan los beneficios, cuando los hay, y exponen los fracasos, cuando así sucede.

4 De todos modos las referencias a políticas de carácter laboral se encuentran en todo el libro.

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Me gradué en la UBA (plan viejo), después siguieron una maestría y una especialización. La profesión me regaló muchas satisfacciones, aunque también algún disgusto. Pero el derecho, amigo fiel, siempre toca a la puerta.

Hoy me acompañan en este blog colegas de larga trayectoria. A todos nos une una necesidad intelectual: la de pensar. Por eso escribimos, para pensar. Y para que vos, querido lector, te sumes a este difícil ejercicio junto a nosotros.

Te invitamos a criticarnos, a disentir, a formular tus propias opiniones, a ser original. A que superemos nuestras limitaciones. A contribuir con la noble profesión de abogado y llevarla con orgullo. Para dejar algo mejor a quienes vengan detrás.

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