“Por falta de sosiego, nuestra civilización desemboca en una nueva barbarie”.
Nietzsche
“La sociedad del cansancio”[i] es una profunda reflexión filosófica sobre el hombre de la actualidad y su vínculo con el trabajo. Describe un individuo multitasking que, con el uso de la tecnología, no logra dividir el trabajo del ocio y está embarcado en una carrera por el rendimiento que desemboca en su autodestrucción.
Es una obra breve, pero de gran intensidad, en la que Byung-Chul Han realiza un magnífico análisis de la sociedad contemporánea o tardomoderna, como la denomina el autor, a la que expone sin concesiones, dirigiéndose hacia el abismo de una profunda crisis ontológica.
Byung centra su tesis en el cambio que se encuentra experimentando el cuerpo social y el progresivo abandono del modelo disciplinario y de prohibiciones hacia una nueva sociedad, a la que denomina “de rendimiento”.
Los hospitales, psiquiátricos, cárceles, cuarteles y fábricas de Foucalt han sido reemplazados por gimnasios, torres de oficinas, bancos, aviones grandes centros comerciales y laboratorios genéticos[ii]. El sistema psíquico construido por Freud, que presupone la represión y la formación del inconsciente, con el prototipo del sujeto histérico, queda desplazado por el hombre depresivo, amorfo, “sin carácter”[iii]. El individuo que obedecía, que estaba expuesto a órdenes e imperativos externos, regido por el “no” y el principio de negatividad y sujeto al concepto del deber[iv], abre paso un hombre que goza de aparente libertad y poder de autodecisión, pero con consecuencias destructivas.
En efecto, el autor visualiza un cambio de paradigma como producto del cese de la guerra fría y del proceso de globalización: la “sociedad autoritaria” va desplazándose hacia una “sociedad del rendimiento y de la actividad”, un nuevo mandato colectivo que impone en el individuo la maximización de la producción, pero bajo el esquema del “sí”, del “poder hacer”. La negatividad del deber se transforma en la positividad del poder hacer.
Como consecuencia, “el sujeto de rendimiento está libre de un dominio externo que lo obligue a trabajar o incluso lo explote. Es dueño y soberano de sí mismo. De esta manera, no está sometido a nadie, mejor dicho, sólo a sí mismo… La supresión de un dominio externo no conduce hacia la libertad; más bien hace que la libertad y coacción coincidan… El exceso de trabajo y rendimiento se agudiza y se convierte en autoexplotación. Esta es mucho más eficaz que la explotación por otros, pues va acompañada por un sentimiento de libertad… Víctima y verdugo ya no pueden diferenciarse. Esta autorreferencialidad genera una libertad paradójica, que… se convierte en violencia. Las enfermedades psíquicas de la sociedad de rendimiento constituyen precisamente las manifestaciones patológicas de esta libertad paradójica.”[v]
En un análisis brillante, este libro conecta el parque humano[vi] y su sistema de creencias con las enfermedades que surgen en el seno social. Así, con acierto dice el autor al inicio del libro: “Toda época tiene sus enfermedades emblemáticas”[vii]
De este modo, la sociedad autoritaria, que divide lo propio y lo extraño, el adentro y el afuera, el “sí mismo” del “enemigo”, es una sociedad de formación de anticuerpos, y, por lo tanto, inmunológica.
Por el contrario, en la sociedad del rendimiento, con exceso de positividad, la enfermedad se manifiesta como una violencia neuronal, cuyas reacciones son el agotamiento, la fatiga y la asfixia. Byung señala entre las dolencias más conspicuas a la depresión, el síndrome del trabajador quemado o burnout, el trastorno por déficit de atención y el síndrome de hiperactividad. También se impone en forma pandémica el acoso laboral[viii]. Ello se explica porque fronteras se han disuelto y no tiene sentido fortalecer las defensas del organismo. El individuo es víctima de una sobreabundancia de lo idéntico, de un exceso de positividad, “de estímulos, informaciones e impulsos”[ix] (pag 33), lo que conduce al colapso del “yo” que se funde por sobrecalentamiento.
En una frase que resume con crudeza las diferencias entre ambas construcciones sociales, señala: “A la sociedad disciplinaria todavía la rige el “no”. Su negatividad genera locos y criminales. La sociedad de rendimiento, por el contrario, produce depresivos y fracasados.”[x]
Como propuesta superadora, el texto propone el reemplazo de la hiperactividad con la vida contemplativa, y la neutralización del exceso de positividad de la sociedad del rendimiento con la negatividad de la interrupción. Una nueva sociedad del cansancio, pero del cansancio de la contemplación y del “aburrimiento profundo” que es necesario para desarrollar el proceso de creación. Y también de la celebración, el tiempo del juego y de la fiesta. Dice con cierta nostalgia: “hoy en día vivimos en un mundo muy pobre en interrupciones, en entres y en entre-tiempos.” Y citando a Hegel señala que “precisamente la negatividad mantiene la existencia llena de vida”.[xi]
Esta es una apretada síntesis de su trabajo, que, por lo breve, no logra captar en su totalidad la maravillosa riqueza conceptual de este autor. Evaluado su pensamiento a la luz de las actuales tendencias hacia el teletrabajo, donde los vínculos personales y corporativos se diluyen y el individuo y su empleador parecen sumergidos en una carrera por maximizar el tiempo libre o la productividad, una a expensas de la otra, quizás se trate de una anticipación (o descripción actual) de futuras pandemias globales mentales.
Para concluir, nos quedamos con su referencia a Nietszche: “A los activos les falta habitualmente una actividad superior… en este respecto son holgazanes…”. Es que sólo puede quebrarse la rueda de la hiperactividad, que conduce a la hiperpasividad, con el ímpetu hacia una ocupación más elevada. Cultural, social, filosófica, espiritual. El desafío de poner pausa y mirar hacia arriba.
[i] Editorial Herder, 2022, 128 páginas.
[ii] Pág. 25 (“Más allá de la sociedad disciplinaria”).
[iii] Pág. 83 (“La sociedad del burnout”).
[iv] Págs. 13 y sig. (“La violencia neuronal”).
[v] Pág. 31 (“Más allá de la sociedad disciplinaria”).
[vi] Con permiso de Byung, me permito citar una creación filosófica del admirable Sloterdijk: “Normas Para El Parque Humano”.
[vii] Pág. 13 (“La violencia neuronal”).
[viii] Pág. 34 (“El aburrimiento profundo”).
[ix] Pág. 33 (“El aburrimiento profundo”).
[x] Pag. 26 (“Más allá de la sociedad disciplinaria”).
[xi] Pág. 53 (“Pedagogía de mirar”).
