DOCTRINA LABORAL

LOS PELIGROS DEL LENGUAJE INCLUSIVE

LOS PELIGROS DEL LENGUAJE INCLUSIVE

María Cecilia García

A mi madre. Feminista auténtica en épocas difíciles.

         En una nota que lamentablemente pasó desapercibida, el portal INFOBAE receptó un informe del MINISTERIO DE ECONOMIA DE LA NACION sobre el desempleo femenino durante la pandemia COVID 19.

         El dato más el impactante es el que encabeza la noticia: “Durante la crisis sanitaria aumentó cuatro veces la diferencia entre la desocupación de varones y de mujeres menores a 30 años. El mercado laboral femenino llegó a perder 1,7 millones de empleos”. Según se indica en el artículo, a la fecha, septiembre de 2021, las mujeres no han podido recuperar al menos 425.000 puestos de trabajo.

         La fuente oficial atribuyó este patético resultado para el universo femenino en “mecanismos de segregación del mercado de trabajo, la distribución desigual de las tareas no remuneradas en los hogares y la consecuente crisis de los cuidados durante la pandemia” y citando a la Organización Internacional del Trabajo, agregó: “Si las mujeres pasan a la inactividad, más tardan en volver”.

         Como no podía ser de otro modo, la autoridad nacional intentó desasociar este resultado de las medidas de emergencia sanitaria adoptadas durante la pandemia, atribuyendo el aumento en la brecha de género al cierre de espacios de primera infancia, escuelas y clubes donde se delega el cuidado de los niños, así como también, por la afectación en el sector de casas particulares, que casi en su totalidad son mujeres. Agregó la Dirección de Igualdad y Género que con motivo de la pandemia 1 de cada 10 mujeres a cargo de niños menores de 6 años salió del mercado laboral y que “el cuidado de niños y niñas funciona como un obstáculo a la hora de buscar trabajo, en el caso de las desocupadas, o de mantenerlo, en el caso de las ocupadas”.

         Frente a esta catástrofe para el mercado del empleo femenino, cabe preguntarse si las autoridades tendrán el coraje y la honestidad intelectual de revisar las estrategias pasadas y las que se anuncian para el futuro como medidas paliativas (“inversión en estructuras de cuidado”).  Porque la alusión a la falta de “estructuras de cuidado” que se invoca con aires proféticos de no es una cuestión privativa de la Argentina. Por el contrario, es una problemática que la pandemia COVID 19 ha dejado en evidencia a nivel mundial y que salta a la vista en cualquier búsqueda primaria que se efectúe en internet. A ello se agregan las medidas de cuarentena extremas adoptadas en nuestro país, con escasa lógica y más escaso aún sustento constitucional, que dejaron jardines maternales cerrados, escuelas sin clases y serias limitación en el acceso al transporte público para concurrir a trabajar.

         Quizás sea tiempo de superar el denominado “debate de género” y la “economía feminista” ya que los resultados que están a la vista no demuestran haber sido exitosos. Hablar en inclusive se ha convertido en un modo de épica de lenguaje, pero difícilmente haya creado algún empleo, salvo puestos públicos para grupos de elite o privilegio. Las mujeres trabajadoras vivimos problemas más pedestres.

         El centro de la cuestión es qué tipo de oferta laboral se propone para el universo femenino. En el sector público y con planes, o en el sector privado y con empleadores, y actuar en consecuencia. Dado el actual estado del país, me permito opinar, la apuesta al trabajo estatal o el sostenimiento por planes parece estar agotado.

         A su vez, en el marco de un pensamiento gubernamental que desalienta el intercambio económico con el exterior, proponer políticas de estímulo a los sectores productivos con capacidad exportadora y con predominio femenino es perder el tiempo. Igual sucede con rebajas de impuestos–por ejemplo en el impuesto a las ganancias del grupo familiar-, pues la tendencia que se observa en nuestros dirigentes es hacia la ampliación de la carga tributaria, mayoritariamente por vía del impuesto inflacionario. Tampoco nos encontramos ante un escenario en el cual, desde la cúpula, se proponga mayor oferta de trabajo a través de la inversión.

         Nos quedan pocas opciones. Con resignación pero sin dar por perdida la lucha, todavía podemos centrarnos en atraer al dador de trabajo: el empleador. Y demostrar que el mundo femenino puede tener una impronta distinta de la de “enemigo”, “carga”, “lastre” o “peligro” para sus cuentas presupuestarias. Para ello, debemos aceptar la competencia desigual con los varones y enfrentarla, lo que no se logrará con más normas hiperprotectorias. Sino con ventajas económicas para el dador de trabajo.

         La clave radica, como toda política pública, en quién carga con el costo de las medidas de fomento. ¿Será el Estado o serán los privados? En su oportunidad, la asunción de los salarios de licencia por maternidad por el ANSES constituyó un enorme avance, pero insuficiente. En el actual contexto de crisis económica, seguir pretendiendo que el empleador absorba remuneraciones, cargas sociales, seguros de accidentes y que enfrente además licencias por embarazo, ausentismo por razones familiares, indemnizaciones agravadas es una utopía.

         Queda un largo camino por recorrer, pero el estandarte de la victimización y el reclamo de privilegios probablemente nos alejará mucho más del objetivo buscado. La mujer no avanzó por tener mayores normas protectorias, ni por manifestarse semidesnuda, hablar en difícil o con expresiones de odio hacia el sexo opuesto, sino por su coraje, entrega y determinación. Las feministas pioneras merecen otro homenaje. Y nosotras, por supuesto, inconformistas, aspiramos a lo mejor.

DOCTRINA LABORAL

Me gradué en la UBA (plan viejo), después siguieron una maestría y una especialización. La profesión me regaló muchas satisfacciones, aunque también algún disgusto. Pero el derecho, amigo fiel, siempre toca a la puerta.

Hoy me acompañan en este blog colegas de larga trayectoria. A todos nos une una necesidad intelectual: la de pensar. Por eso escribimos, para pensar. Y para que vos, querido lector, te sumes a este difícil ejercicio junto a nosotros.

Te invitamos a criticarnos, a disentir, a formular tus propias opiniones, a ser original. A que superemos nuestras limitaciones. A contribuir con la noble profesión de abogado y llevarla con orgullo. Para dejar algo mejor a quienes vengan detrás.

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