“Darwin se impone sobre Keynes”[i]
El 24 de octubre de 2022 fallecía en California Mike Davis, geógrafo, activista de izquierda, profesor universitario, historiador y escritor prolífico, conocido –a su pesar- como el “profeta de la fatalidad”.
Como breve homenaje, recordamos aquí un apasionante libro de su autoría, “Planeta de Ciudades Miseria”, publicado originariamente en el año 2007[ii]. La prosa es potente y brutal, al igual que la temática que más ha preocupado al autor: el problema de la indigencia y la marginación y su vínculo con el urbanismo. Davis obliga al lector a enfrentar las aristas más penosas de los “vertederos humanos” que habitan en “villas miseria” a lo ancho y largo del planeta, aportando montañas de datos históricos y numéricos. El abrumador registro estadístico con que fundamenta su trabajo se despliega sin sentimentalismos y por ello logra el efecto contrario, que es potenciar la descripción de la tragedia.
El autor aborda de lleno la problemática de la explosión demográfica de las áreas urbanas en los países en vías de desarrollo y su paso hacia las nuevas megaciudades. Fenómeno que se produce no sólo por la migración desde el campo a la urbe, sino también por la progresiva urbanización de los sectores rurales, en espacios que se transforman en periferias urbanas. Todo ello integra cinturones continuos de pobreza y vivienda informal, que el Davis bautiza como “megaáreas urbanas hiperdegradadas”.
Estos conjuntos gigantescos, sin ninguna o con escasa planificación y servicios carecen en absoluto de sustentabilidad y se transforman en depósitos de humanos excluidos, puesto que la ilusión del migrante se destroza con la realidad de que las ciudades de destino que carecen de industrias y de empleos. Dice Davis: “el sorprendente resultado –de este proceso de migración- es que la capacidad económica de la ciudad tiene poca relación con el tamaño de su población. La urbanización sin industrialización es la expresión de una tendencia inexorable, de desligar el crecimiento de la producción del aumento del empleo. Las ciudades han dejado de ser máquinas creadoras de empleo… Las ciudades hiperdegradadas crecen de manera prodigiosa pese a la ruina de sus industrias.”
Como resultado, la arquitectura urbana se transforma en un centro de hacinamiento y marginación económica y social, inmersa en la miseria, contaminación y podredumbre y carente de todo tipo de futuro. Los pobres urbanos tienen que resolver sus problemas de subsistencia: falta de vivienda, transporte hacia el trabajo, inseguridad, proliferación de enfermedades, trabajo infantil y disolución familiar, a la vez que se convierten en blanco de la explotación de quienes lucran con la miseria, tanto por los cultores de la industria de la pobreza como por la política.
A lo largo de los capítulos Davis despliega con datos los infortunios y desdichas de la pobreza urbana. Pero detrás de cada cifra hay un hombre, una mujer, una criatura sin futuro, y por eso el autor eleva un grito a favor de los excluidos, para rescatarlos de lo que denomina una “humanidad excedente”.
Con respecto al empleo, que es la preocupación de este blog, como vimos al inicio, es la primera traición de la urbe hacia el migrante: las ciudades desindustralizadas no sólo carecen viviendas sino también de puestos de trabajo para recibirlos. De modo que se hacinan en los espacios periféricos y más riesgosos sin control de ningún tipo, desde donde son una fuente de mano de obra económica informal, reclutamiento para grupos callejeros o delictivos, prostitución o cuentapropismo indigente. Proliferan así “actividades informales rudimentarias que proporcionan los medios de supervivencia a los pobres urbanos” altamente competitivas entre sí por los espacios de mínimos ingresos. Dice Davis que se “disuelve(n) las redes de ayuda y de solidaridad que son esenciales para la supervivencia de los más pobres: las mujeres y los niños.” Sin piedad, ilustra: “la revolución invisible del capital informal está formada por una multitud de redes de explotación”.
En efecto, los espacios hiperdegradados son el reino de la economía en negro y en el trabajo precario. La correlación entre la marginalidad urbana y la ocupacional resulta irrefutable: la clase trabajadora informal en el mundo representa 1000 millones de personas, que coincide – parcialmente- con los 1000 millones que habitan de las áreas urbanas hiperdegradadas. Concluye: “esto la convierte en la clase social de mayor crecimiento y con menos precedentes en el planeta.” En este contexto, muestra que la movilidad social ascendente es un mito y nos invita a “desmontar el modelo optimista según el cual el sector informal es simplemente una escuela de oficios urbanos de la que la mayor parte de los emigrantes rurales saldrán graduados hacia el sector formal.”
En cuanto a los efectos intrafamiliares, son penosos: la falta de empleo en los varones obliga a los hogares a enviar más miembros al trabajo. Salen a la economía informal las mujeres y los niños, que abandonan la educación. Muchas familias se dividen, enviando los miembros menos productivos al campo, para abaratar costos e incluso se rompe la solidaridad entre parientes, trasladando la competencia externa por el ingreso al núcleo del interior del hogar, pues sus miembros compiten entre sí por la distribución de la escasez. Señala el autor: “la situación se vuelve tan opresiva que la propia solidaridad familiar acaba por desaparecer. Los miembros compiten entre sí para sobrevivir.”
La Argentina no queda fuera de este análisis. Buenos Aires forma parte de su trabajo con varias menciones, por cierto muy reales, junto con tantas otras ciudades de Latinoamérica. En particular, su referencia a los asentamientos que se forman junto a las industrias contaminantes y tóxicas nos recuerda el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sobre el Riachuelo.
Mike Davis es un autor valioso, a menos que queramos seguir en la oscuridad. Aunque su diagnóstico no se completa con respuestas, ofrece una visión valiente, atrevida y universal. En particular, le cabe a nuestro país una observación que el escritor efectúa sobre un lugar en el África: “un país naturalmente rico y artificialmente pobre”. Por ello, su lectura es obligada para cualquier aspiración de modelar un futuro que integre a todos los miembros de la sociedad. Sobre todo, en lo que nos atañe como nación, un mejor futuro laboral, que es la única respuesta a esta tragedia, para lo que es imprescindible repensar y corregir las incongruencias de nuestro derecho laboral. Quedan invitados a conocerlo.
Mike Davis
“Planeta de Ciudades Miseria”
Editorial Akal, 265 páginas.
[i] Es una cita que el propio Davis hace en la página 65 del geógrafo Hans Schenk (“Urban Fringes in Asia. Markets versus Plans”).
[ii] Se tradujo al español en el año 2008.
